Me gustaría contarte, no sé, que el mundo hoy ha amanecido pintado de colores, que el camino al trabajo ha sido dulce, acompañado por el canto de los pájaros, y que el sol de la mañana ha tostado suavemente mis mejillas, con ese toque tan agradable propio de la primavera.
Ahora que, como cada noche, me preguntas que tal mi día, me gustaría contarte historias llenas de vida, hacerlo con euforia, peripecias heroicas, propias de un aventurero casi loco, de un jinete sin caballo... Pero ya ves, nada más puedo regalarte una sonrisa triste y mostrarte mis manos llenas de rutina, tan vacías cada atardecer, tan gastadas de sueños no cumplidos, tan tímidas por miedo a más heridas. Observo pasar el día tras el cristal de la ventana, el sol recorre su camino, la plaza hierve y se calma, se duerme y vuelve a hervir. De vez en cuando en la iglesia de enfrente algún funeral, rara vez alguna boda. No puedo adornar mi día con bonitos detalles, ni con más gotas de ilusión.
El autobús me deja camino de tu casa cuando ya el cielo se ha teñido de oscuridad, y los kilómetros pesan en la espalda. Te regalo una leve caricia, los destellos de un cuerpo cansado y poco más... Pero sabes? Deja por un momento callar el ruido e imagina el mar. Su suave baile con cada ola, con cada beso que regala a la arena. Dejame llevarte conmigo a pasear descalzos por la orilla, sobre el suelo húmedo; las palmeras al fondo, el infinito ante nosotros. La esperanza de un futuro mejor erizándonos la piel, como la amable brisa, y la promesa temblando en tu boca. Y porque no? No tenemos prisa y nos podemos tumbar, cómodos, con la arena corriendo por la espalda, tu mano coge fuerte la mía, y ahora no hacen falta las palabras, podríamos venderlas a gramos, en este instante ya tenemos nuestro lenguaje, podemos aligerar el equipaje, y cambiarlas por cuatro cocos, tal vez un refresco dulce.
Por detrás de nosotros se va poniendo el sol, el cielo naranja se va volviendo azul oscuro y quizá sea el momento de marcharse, de coger de nuevo ese tren imaginario. Mañana volverá a sonar el despertador temprano, y estaremos de nuevo perdidos entre tanta rutina, pero a lo mejor, cuando todo parezca derrumbarse podremos cerrarlos ojos, y recordar esta playa, y esperar a encontrarnos cuando ha caído el sol para de nuevo hacer una escapada, cogido de tu mano.
Abril 2012