dijous, 1 de desembre del 2011

LUZ TRAS EL TRABAJO



Hoy hacía sol
pero no ha sido un gran día.
Los tranvías se han parado,
y el claxon de los coches
no ha dejado de sonar,
incesante,
durante toda la mañana.
El trabajo seguía ahí
tan grande y gris,
como de costumbre
y he cruzado tres malas palabras,
improperios desnudos,
con la jefa de mi área.
La comida de mi “tupper”,
apelmazada y poco grácil,
me esperaba en la cartera
con la serenidad
del que se sabe vencedor.
Y ahora he caído en el sofá,
santuario del guerrero vencido
y te espero con ganas de caricias,
después de hacer tu ensalada favorita.
Dios se inspiro en tu cuerpo
para crear el universo,
y son tus curvas las que espero
para recordar que el mundo
aún tiene algún sentido.
Calla el ruido,
y con él los demonios,
porque tu con tu elegancia a cuestas
has entrado por la puerta.




11 de noviembre de 2011

7 comentaris:

Rodolfo Serrano ha dit...

Dios, qué ternura, amigo... Y que día más duro, si no fuera por ese final

Lal ha dit...

Joaaan! És preciós, preciós, preciós! Tot esforç té una recompensa, company!

Anònim ha dit...

Con un final así, se olvida la aspereza del día . Bss

Lucina ha dit...

son esos momentos los que nos rescatan del naufragio
(y tus versos)

Un placer leerte.
Un beso

Stendhal Giménez ha dit...

Sólo esa escena final es la que te quita la sensación de que todas las mañanas son como lunes en espiral .
Me ha gustado mucho ese final casero, tierno y placentero a partes iguales.

Un enorme sofá para ti :)

LUCIERNAGAS DE CIUDAD ha dit...

Rutinas agridulces, pero tanto lo amargo como lo dulce nos recuerdan que estamos vivos.

Petons

JOAN ha dit...

Gracias por los comentarios!

Pues si, el final del día le da sentido a todo lo demás, porque es recompensa al esfuerzo, y sentido al trabajo!

Un abrazo para tod@s!